Endocarditis Infecciosa

La endocarditis infecciosa es una enfermedad infecciosa del corazón, que afecta a las válvulas cardíacas, producida por gran variedad de microorganismos. Las vegetaciones constituyen las lesiones más frecuentes, y están formadas por la colonización de gérmenes de las válvulas cardiacas o de prótesis valvulares.

Algunos datos históricos: fue Osler quien realizó su primera descripción clínico-patológica en el año 1885. En los años 40, tras el descubrimiento de la penicilina, se describieron los primeros casos curados de la enfermedad. El primer caso de endocarditis infecciosa tratada con éxito fue descrito en 1942 en el Yale New Haven Hospital (USA).

Su incidencia se calcula aproximadamente entre 5 y 10 casos por cada 100.000 habitantes al año. En el HULA se diagnostican una media de 25 casos al año de endocarditis infecciosa.

Clásicamente la endocarditis infecciosa ha sido clasificada como aguda y subaguda basándose en la evolución clínica de la enfermedad. La forma aguda es una enfermedad muy grave, causada fundamentalmente por Staphylococcus, mientras que la forma subaguda es una enfermedad más insidiosa, causada fundamentalmente por Streptococcus (frecuentemente gérmenes habituales de la flora bacteriana buco-dental y gastrointestinal).

La relación entre las infecciones bucales y la endocarditis es bien conocida. Microorganismos que pueden pasar a la sangre procedentes de la boca por infecciones o procedimientos dentales a los que nos podamos someter, podrían infectar especialmente la superficie de las válvulas cardiacas en pacientes portadores de prótesis valvulares. La prevención, de forma general, pero especialmente en estos pacientes, consistente en unos hábitos saludables de higiene dental, se debe complementar con un adecuado tratamiento en el caso de ser sometidos a extracciones u otras intervenciones dentales.

Los importantes avances en los últimos años en cuanto a su diagnóstico y tratamiento, con la mejora de las técnicas de imagen cardiaca, la aparición de nuevos antibióticos y el desarrollo de nuevas técnicas de cirugía cardiaca, han permitido aumentar la supervivencia de los pacientes con endocarditis. Sin embargo, su pronóstico continúa siendo malo, no sólo por su alta tasa de complicaciones y mortalidad durante la fase activa de la enfermedad (en torno a un 20-30% de mortalidad en la fase hospitalaria), sino también por las complicaciones y secuelas una vez curado el proceso infeccioso.

La ecocardiografía es el método de imagen utilizado para el diagnóstico en los pacientes en los que existe una sospecha de la enfermedad. El ecocardiograma transesofágico tridimensional, contribuye de forma crucial al diagnóstico precoz de la endocarditis y de sus complicaciones. La rápida sospecha clínica es fundamental para el diagnóstico. Existen múltiples síntomas que nos permiten sospechar la enfermedad, entre ellos destacan: 1) el principal es la presencia de fiebre persistente, 2) la pérdida de peso, 3) los dolores musculares-articulares, 4) la fatiga y la dificultad para respirar si la endocarditis se complica con insuficiencia cardiaca por alteración de la función valvular.

El tratamiento antibiótico prolongado es la clave en el manejo de esta enfermedad. Por la afectación del funcionamiento de las válvulas cardiacas, que se ven alteradas por la infección, aparecen con frecuencia insuficiencias valvulares. Estas lesiones valvulares producen con frecuencia insuficiencia cardiaca y obligan en muchos casos a la cirugía cardiaca con la sustitución valvular y la reparación de las complicaciones cardiacas infecciosas (abscesos y fístulas).

La presentación de complicaciones no cardiacas de la infección, como los embolismos, son otra de las situaciones clínicas que empeoran el pronóstico de estos pacientes.

Dr. Carlos González Juanatey

Jefe de Servicio de Cardiología

Hospital Universitario Lucus Augusti