El corazón es un órgano de paredes musculares que impulsa la sangre por los vasos sanguíneos. Está formado por cuatro cavidades, dos aurículas y dos ventrículos. La aurícula y el ventrículo derechos están separados por la válvula tricúspide; el ventrículo derecho envía la sangre no oxigenada hacia el pulmón, a través de la válvula pulmonar. La aurícula y el ventrículo izquierdos están separados por la válvula mitral; el ventrículo izquierdo impulsa la sangre ya oxigenada hacia el resto del organismo, a través de la válvula aórtica.
La estenosis aórtica es una enfermedad valvular que se caracteriza por el estrechamiento anormal de la válvula aórtica. Como consecuencia, el ventrículo izquierdo tiene que generar una mayor presión para expulsar la sangre, por lo que sus paredes se engruesan (hipertrofia ventricular) y en fases avanzadas puede llegar a no contraerse adecuadamente.
La estenosis aórtica es un problema bastante común y se ha convertido en la valvulopatía más frecuente en Europa y Norteamérica. La forma más habitual es la degenerativa o calcificada, que se presenta en personas de edad avanzada (2-7% de la población mayor de 65 años). La segunda causa más frecuente y la que domina en personas jóvenes es la congénita. La enfermedad reumática es rara en la actualidad.
Se trata de una enfermedad crónica y progresiva. Durante un largo período de tiempo, los pacientes no presentan síntomas, pudiendo diagnosticarse por la presencia de un soplo en la auscultación cardíaca. Los síntomas típicos de esta enfermedad, que suelen aparecer cuando la estenosis es severa, son el dolor torácico, el síncope (desmayo) y la disnea (sensación de falta de aire). Todos ellos son más acusados cuando se realiza algún esfuerzo. El dolor torácico es similar al de la enfermedad coronaria: opresivo, irradiado hacia brazos y hombros (sobre todo izquierdos), espalda y mandíbula. Los síncopes con el ejercicio se producen debido a una disminución de la presión arterial, aunque también pueden ser secundarios a arritmias, como la fibrilación auricular o los bloqueos aurículo-ventriculares que en ocasiones se asocian a la estenosis aórtica. La disnea, se produce por aumento de la presión capilar pulmonar debido a la menor distensibilidad del ventrículo izquierdo hipertrófico.
En los pacientes en los que por sus síntomas y/o exploración se sospeche la presencia de esta enfermedad, se debe realizar un ecocardiograma, que es la técnica más importante para el diagnóstico, puesto que nos confirmará la existencia del estrechamiento valvular, nos dirá cuál es su severidad y si existe repercusión sobre las cámaras cardiacas. Siempre es obligada la práctica de un electrocardiograma, en el que se pueden ver reflejadas la hipertrofia del ventrículo izquierdo y la presencia de arritmias.
En cuanto al tratamiento, si no hay síntomas, en principio hay que realizar revisiones periódicas para evaluar la progresión de la enfermedad y ver si aparecen síntomas. En cuanto estos se presentan, el paciente debe someterse a una intervención quirúrgica para sustituir la válvula enferma por una válvula mecánica o biológica (prótesis valvular) y solucionar así la obstrucción. En los pacientes en los que el riesgo de la cirugía es muy alto, se puede implantar una válvula a través de un catéter (TAVI) que se lleva hasta el corazón mediante la punción de una arteria, normalmente de la ingle, o a través de una pequeña incisión en la parte izquierda del tórax.
En los pacientes a los que no se puede implantar una prótesis valvular, o mientras se espera la cirugía o la TAVI se deben administrar fármacos para aliviar los síntomas que existan y tratar los factores de riesgo cardiovascular. En cuanto a la actividad física, los pacientes con estenosis aórtica significativa no deben realizar deportes competitivos, aunque estén asintomáticos. Si presentan síntomas, la actividad física extenuante debe limitarse.
Dra. Ana Testa Fernández
Unidad de Imagen y Función Cardiaca
Servicio de Cardiología
Hospital Universitario Lucus Augusti