Stent

El “stent” consiste en una prótesis intravascular (una malla metálica) que sirve para mantener abierto un vaso previamente estenosado (estrechado). El cateterismo cardiaco es la técnica de abordaje percutáneo (a través de una punción en una arteria, generalmente radial o femoral) para el análisis de la anatomía de las arterias coronarias. Es el procedimiento por el cual estas pequeñas prótesis de milímetros de longitud y diámetro son implantadas en las arterias coronarias enfermas. Mediante unos catéteres se sondan las arterias coronarias y se inyecta contraste que “dibuja” su forma en una pantalla para así poder observar las lesiones.

En las primeras fases de la hemodinámica, las lesiones eran tratadas mediante el inflado de un pequeño balón, que rompía esa zona estrecha de la arteria y mejoraba el flujo a su través. Nos remontamos a Septiembre de 1977, cuando el Dr.Andreas Gruntzig realizó dicha intervención por vez primera. Pero dicha técnica, conocida como Angioplastia Coronaria Transluminal Percutánea (ACTP), tenía unos resultados subóptimos, en base a la pronta reestenosis (las lesiones volvían a aparecer a lo largo del tiempo) y más preocupante aún por la oclusión aguda de dicha arteria tras el procedimiento. Estos problemas hicieron que la industria desarrollase pequeñas prótesis metálicas que aplicadas en la zona enferma, mediante el inflado de un balón, pudiesen hacer fuerza contra las paredes del vaso arterial y evitaran su cierre. Así nació el primer stent ya a finales de los años 80, implantado por el Dr. Sigwart. Desde entonces, los avances tecnológicos han permitido un desarrollo formidable, con stents cada vez más pequeños y más fáciles de implantar.

Los stents coronarios a efectos prácticos se dividen en dos grandes familias: Los stent convencionales (metálicos) y los stent liberadores de fármaco. Estos últimos son una evolución de los metálicos, y poseen una plataforma que libera fármacos sobre la pared arterial con el fin de evitar la reestenosis por proliferación celular que cubra la malla metálica y comprometa el flujo sanguíneo. A pesar de que en la inmensa mayoría de casos son metálicos, de acero o aleaciones de metales como Cromo-Platino, recientemente están surgiendo materiales reabsorbibles, como es el ácido poli-L-láctico, cuya ventaja es que al cabo de dos años desaparecería por completo de nuestro organismo.

Los stent son un “parche” para tratar la enfermedad coronaria aterosclerótica, pues se basa en un principio físico de fuerza radial sobre la arteria enferma sin eliminar la placa estenótica que condicionó dicha estrechez. Por tanto, la enfermedad sigue ahí, podría considerarse que contenida por el “stent” que cumple de manera eficaz el propósito primero para el que fue diseñado: mantener la arteria abierta y que el flujo sanguíneo fuera bueno. Dado que la enfermedad coronaria forma parte de la enfermedad aterosclerótica a nivel global, es fundamental la actuación a distintos niveles. Así, se recomienda una dieta baja en grasas y sal, rica en pescados y vegetales, no fumar y realizar ejercicio adecuado a su edad y condición física. Existen enfermedades que generalmente se asocian con peor evolución de los pacientes que portan los “stent” como son la Diabetes Mellitus, la insuficiencia renal o aquellos con afectación de la función del músculo cardiaco tras un infarto, entre otros.

He dejado para el final el tratamiento médico, pues si en los pacientes con enfermedad coronaria es esencial, en aquellos que portan un “stent” tras un cateterismo cardiaco aún lo es más. Los antiagregantes (Aspirina, clopidogrel, prasugrel…) evitan la trombosis y oclusión del stent al inhibir la actuación de las plaquetas sanguíneas. Se recomienda la doble antiagregación (Áspirina y otro distinto) durante al menos un mes hasta un año tras el implante del stent, en función del tipo de stent y del cuadro clínico personal de cada paciente.

 

Dr. Jeremías Bayón Lorenzo

Unidad de Hemodinámica

Servicio de Cardiología

Hospital Universitario Lucus Augusti